jueves, 17 de agosto de 2017

Minerales ocultos en la catedral (2)

La luz es uno de los elementos clave en cualquier edificación pero en una catedral juega un papel más importante aún. Ni que decir tiene que cuando se erigieron estos lugares de culto los sistemas de iluminación artificial eran poco más que lámparas de aceite y velas por lo que contar con la luz natural era imprescindible pero a la vez arriesgado. En todo momento se ha de conservar un halo que va desde el misterio hasta una claridad que inspire paz. Es por eso que los ventanales estén prácticamente todos situados en lo que se denomina como linterna o lucernario.
La linterna de la catedral de València es de los más impresionantes y reconocibles. La propia Catedral ha quedado definida por esta torre octogonal de estilo gótico profusamente decorada. Pero esta extructura tiene un secreto, no dispone de cristales aunque si de cristalizaciones. En concreto uno de los secretos mejor guardados de esta catedral lo podemos ver a simple vista pero ni desde dentro nos percataremos de su existencia y desde fuera nos parecerá ver una simple pared o un sillar más.
 
El alabastro ha sido el material elegido para el cerramiento de las luces de cada ventanal. Un material fácilmente trabajable y que, con el grosor adecuado, es altamente traslúcido. Es preciso resaltar que este tipo de material cumple una triple función. Primero es la de iluminar con una luz tamizada que gracias a la orientación del templo y la forma octogonal recibe un nivel de luz exacto durante toda la duración del día optimizando este recurso. Segundo es autolimpiable, el alabastro no es higroscópico y es muy poco soluble por lo que la suciedad dificilmente se adhiere a su superficie. Tercero es prácticamente irrompible, por lo que un fuerte vendaval difilmene podría romper este sistema de luz, además al ser traslúcido las palomas no se puede confundir e intentar atravesarlo causando un verdadero desastre en el rito al caer una paloma ensangrentada junto a una copiosa lluvia de cristales en mitad del altar mayor.
Pero ¿Alabastro? ¿De dónde? En esta ocasión si tenemos muy clara la procedencia del material. Las canteras de yeso de Picassent, La niñerola han sido la fuente de este material durante siglos. Además de procurar yeso calcinado para alfarería, lucidos y otros usos, las enormes masas de este yeso microcristalino tan compacto han permitido no solo los lucernarios de esta y muchas otras iglesias sino pórticos, algun de ellos tan famosos como el del palacio del marqués de Dos aguas. Un material duro pero a la vez fácilmente trabajable y muy estable a la intemperie. Además por su extructura microporosa, el alabastro tiene una capacidad aislante muy buena por lo que ayuda a mantener la temperatura interior sin necesidad de abrir o cerrar para ventilar.
Hoy en día infinidad de construcciones bien podrían emplear este tipo de soluciones pues, en definitiva lo que interesa muchas veces es luz para ver y no ventanales para ver a través de ellos. Es por eso que se instalan carísimas cristaleras de climalit o doble cámara para forrarlos de vinilos y otros sistemas, incluso tratar directamente los cristales con ácidos o arenas abrasivas con tal de conseguir el mismo efecto.










No hay comentarios:

Publicar un comentario