La luz es uno de los elementos clave en
cualquier edificación pero en una catedral juega un papel más
importante aún. Ni que decir tiene que cuando se erigieron estos
lugares de culto los sistemas de iluminación artificial eran poco
más que lámparas de aceite y velas por lo que contar con la luz
natural era imprescindible pero a la vez arriesgado. En todo momento
se ha de conservar un halo que va desde el misterio hasta una
claridad que inspire paz. Es por eso que los ventanales estén
prácticamente todos situados en lo que se denomina como linterna o
lucernario.
La linterna de la catedral de València
es de los más impresionantes y reconocibles. La propia Catedral ha
quedado definida por esta torre octogonal de estilo gótico
profusamente decorada. Pero esta extructura tiene un secreto, no
dispone de cristales aunque si de cristalizaciones. En concreto uno
de los secretos mejor guardados de esta catedral lo podemos ver a
simple vista pero ni desde dentro nos percataremos de su existencia y
desde fuera nos parecerá ver una simple pared o un sillar más.
El
alabastro ha sido el material elegido para el cerramiento de las
luces de cada ventanal. Un material fácilmente trabajable y que, con
el grosor adecuado, es altamente traslúcido. Es preciso resaltar que
este tipo de material cumple una triple función. Primero es la de
iluminar con una luz tamizada que gracias a la orientación del
templo y la forma octogonal recibe un nivel de luz exacto durante
toda la duración del día optimizando este recurso. Segundo es
autolimpiable, el alabastro no es higroscópico y es muy poco soluble
por lo que la suciedad dificilmente se adhiere a su superficie.
Tercero es prácticamente irrompible, por lo que un fuerte vendaval
difilmene podría romper este sistema de luz, además al ser
traslúcido las palomas no se puede confundir e intentar atravesarlo
causando un verdadero desastre en el rito al caer una paloma
ensangrentada junto a una copiosa lluvia de cristales en mitad del
altar mayor.
Pero ¿Alabastro? ¿De dónde? En esta
ocasión si tenemos muy clara la procedencia del material. Las
canteras de yeso de Picassent, La niñerola han sido la fuente de
este material durante siglos. Además de procurar yeso calcinado para
alfarería, lucidos y otros usos, las enormes masas de este yeso
microcristalino tan compacto han permitido no solo los lucernarios de
esta y muchas otras iglesias sino pórticos, algun de ellos tan
famosos como el del palacio del marqués de Dos aguas. Un material
duro pero a la vez fácilmente trabajable y muy estable a la
intemperie. Además por su extructura microporosa, el alabastro tiene
una capacidad aislante muy buena por lo que ayuda a mantener la
temperatura interior sin necesidad de abrir o cerrar para ventilar.
Hoy en día infinidad de construcciones
bien podrían emplear este tipo de soluciones pues, en definitiva lo
que interesa muchas veces es luz para ver y no ventanales para ver a
través de ellos. Es por eso que se instalan carísimas cristaleras
de climalit o doble cámara para forrarlos de vinilos y otros
sistemas, incluso tratar directamente los cristales con ácidos o
arenas abrasivas con tal de conseguir el mismo efecto.